Ayer nos contaron que durante el primer semestre del año se vendieron un 30% menos de chismes de esos casi obsoletos que encierran la música en un soporte físico. Bueno, es lógico, también dejaron de venderse coches de caballos cuando se inventó el motor de explosión. Aún así, en seis meses los españolitos se han gastado cerca de 88 millones de euros, ahí es nada, en música enlatada, en CDs que probablemente acaben como posavasos después de la conversión de sus archivos a otros formatos transportables que no ocupan espacio.
Esta reducción del mercado ha hecho que cambien también las cifras necesarias para conseguir un disco de oro o un disco de platino, lógico. Ahora el oro costará 30.000 copias y el platino 60.000. Pues vale, hace tiempo que dejó de tener interés un sistema que no reconoce el éxito total de la música, que ya no sólo está en las tiendas.
Vistos los datos, que no sorprenden a nadie y tampoco deberían asustar, voy a ir al grano: ESTOY HARTO DEL DISCURSO REPETITIVO Y VICTIMISTA. Si la industria en lugar de lamentarse se dedicara a monetizar su esfuerzo de otros modos y a reconvertirse y a ajustar sus márgenes otro gallo nos cantaría (y pagaría derechos por ello). Yo también lo paso mal para mantener mi palacio después de cada recorte de sueldo, pero me adapto. Y que quede claro que tampoco hay que acusar a toda la industria en general, que cada vez hay quien se mueve más y mejor y consigue sus objetivos, pero claro, esos objetivos ya no son un casoplón en Miami: son un pisito en el centro.
Firmado: Hurricane Carter
"It's only rock and roll but I like it" 